Friday, May 19, 2006



A LOS AMORES QUE ACABAN MAL.

L
eyendo por ahí encontre algo y se lo dedico a quien guío mi vida durante años.

Y
a sé que me odias, pero no te preocupes que no me voy a morir. Hace pocos meses habría sido una blasfemia escribirte esta carta, sin embargo ahora necesito redimirme y soportar tu rencor con la entereza de un capitán que se hunde con su barco.
No, no te preocupes, que por mucho que me odies no me vas a matar.
Es cierto que fui yo quien empezó, aunque para alguien anclado en la amargura de la adolescencia todo lo bueno es malo y todo lo negro es negro. Te empeñaste en verme como un niño a pesar de que golpeaba como un hombre. Y

Sí, admito que me costó arrancarme ese síndrome del Príncipe Azul que sufrías por tí, nunca serás tan inocente, tan honesto ni tan listo por mucho que te observes con mis dioptrías de amor.

Pero al final lo comprendi. Los toreros y los valientes llevan en el pecho las cornadas de la vida, solías decir. Pues bien, yo ni era valiente ni torero ni tenía cornadas en ninguna parte.

Pero contigo es diferente. No me cuesta llagarme la boca y pedirte perdón mil veces mil. Porque quiero volver a besarte. No sabes con qué anhelo desearía verte, al abrir los párpados.

Quiero abrazarte y derramar en tu cuello las lágrimas que me tragué por ser hombre. Quiero sentir tus manos. Quiero volver a oler tu cabello. Quiero que me regales un ramo de rosas. Quiero, quiero, quiero… Quiero que tu odio sea tan fuerte.

En fin, si tu odio no es tan fuerte no te preocupes, seguro que nos volvemos a encontrar en los sueños, en ese país donde ser feliz consiste solamente en ser feliz.

Si del amor al odio sólo hay un paso, por favor, da un saltito hacia atrás y búscame otra vez en las páginas de tu corazón.

1 comment:

Carlos said...

La verdad es que es una carta que lo dice todo, sin duda el paso del amor al odio es tan corto, como el odio al amor, lo malo es saber dar un salto atrás, ya que no todos saben cómo hacerlo.